Francisco Javier, un joven de 24 años y estudiante de Ingeniería en Energías Renovables, falleció tras una grave infección por Hantavirus que fue diagnosticada tardíamente, luego de múltiples atenciones médicas donde inicialmente le indicaron que solo tenía fiebre o una gastroenteritis.
La madre del joven, Ruth Cifuentes, relató una serie de negligencias en distintos centros de salud en Los Ángeles, donde su hijo fue enviado reiteradamente a casa pese a síntomas severos como fiebre alta, vómitos, dificultad respiratoria y taquicardia. Solo en su tercera visita al Hospital de Los Ángeles, y tras insistencia desesperada de su madre, se confirmó el contagio por Hantavirus.
Francisco fue trasladado de urgencia al Hospital Las Higueras en Talcahuano, donde permaneció 24 días conectado a soporte vital y bajo intensivo tratamiento. Cuando su estado parecía mejorar, fue derivado nuevamente a Los Ángeles con una grave infección que derivó en la amputación de su pierna derecha. Días después, falleció.
La familia acusa una cadena de errores que, según ellos, le costó la vida al joven. El caso pone en cuestionamiento los protocolos de atención frente a enfermedades de alto riesgo como el Hantavirus, además de evidenciar falencias en la capacidad de respuesta del sistema de urgencias.