Cuando tenemos la oportunidad de tocar en grupos, existe normas no escritas dependiendo del instrumento y agrupación en que se toque, siendo una de ellas la disposición y flexibilidad de seguir a un líder.
Puede ser la trompeta o saxo soprano de una Big Band, puede ser un violinista concertino de una orquesta sinfónica o seguir a un cantante en cualquiera de sus ámbitos.
Entendiendo esto, la música es una expresión de trabajo en equipo que necesariamente, y para el mejor rendimiento de ella, está jerarquizada.
Me voy a detener en un trabajo que a veces suelo realizar, músico de orquesta sinfónica.
Al igual que el concepto militar tenemos un Director, Concertino, Jefes de Fila, Asistentes y en ultimo escalafón nosotros los soldados, los “de fila”. Lo que el director diga es ley, claro, a veces hay quienes tienen más rango y pueden sugerir cosas al director, pero no es lo habitual.
Desde la posición del director, los músicos realizamos un trabajo siguiendo el plan de batalla del concierto, interpretaremos sus estrategias sonoras que darán relevancia a uno u otro batallón de los que lidera.
Desde la mirada de la audiencia, lo que alcanzamos a ver desde las butacas es que el director viste usualmente más imponente que los músicos (como un traje de gala militar), saluda con reverencia al público y nos da la espalda para dirigir.
Cuando comienza a mover las manos con más o menos energía, aleteo para algunos, la música hace su entrada al ambiente con regularidad rítmica sobre la dirección misma. En mi cabeza de espectador comienzo a buscar alguna coherencia entre los movimientos del director y el ritmo de la música, generalmente desfasado a nuestra comprensión, pero los músicos siguen esos movimientos con seguridad (no todos); si se fijan, las ordenes gestuales del director recaen en los capitanes de batallones, los jefes de fila, ellos son y deben ser los encargados de transmitir la energía al resto del equipo. Lo que expresé anteriormente sería lo ideal, pero sorpresa, no siempre lo es y eso en parte dependerá mucho del trabajo semanal con impregne el director a su ejército musical.
Los directores vienen de muchos tipos de colores, estaturas y personalidades, los que hablan más de lo que dirigen, los que no hablan y solo mueven a la orquesta con los gestos, los que ven a los músicos como si fuéramos teclas de piano, los que no tienen idea de nada y están ahí por gracia de los favores, los que humillan a las personas, pero tiene buenas presentaciones (Esos son los que más detesto), los que sonríen siempre y sacan provecho positivo de su expresión y muchos otros más.
Delegar el éxito o fracaso de una obra al director, no sería justo, pero ha sido a través de las convenciones históricas que se han permitido delegar gran parte de la interpretación de la obra al director, por sobre la interpretación personal de cada músico.
Imagine que está viendo un concierto con pocos músicos en el escenario y logra comprender la conexión y energía que allí se mueve, ahora imagínese que es una orquesta la que interpreta sin director. Si no puede imaginarlo, se lo digo yo …podría ser impresionante. Claro, debe existir un compromiso mínimo de los músicos, una comprensión adecuada de la obra, una idea compartida entre el grupo. Teniendo todo lo anterior podría presenciar la suma total de energía de cada músico en pro de la obra, presenciado y sobre todo sintiendo lo mágico del trabajo en equipo cohesionado. Algo de lo que no estamos muy acostumbrados los músicos en la orquesta ya relegamos esa responsabilidad al director de turno.
En un aspecto más íntimo, está la mayor y mejor guía que un músico pudiese tener, la guía de interpretación y trabajo personal. El compromiso con ella, la automotivación, el análisis personal y emocional de la música, lineamientos que usualmente tienden a diferencian entre un músico comprometido con su ser y otro que no, que se verá reflejado al tocar su instrumento en cualquier conformación musical.
Es ineludible que la música en vivo no solo entra por los oídos, la vista habla mucho de lo pueden estar sintiendo los intérpretes. Véalos, trate de buscar si hay conexión entre los grupos y el director, añádale una apreciación más energética a la interpretación de los artistas con sus movimientos y expresiones corporales, trate de ver quien está sufriendo y quien está gozando.
Vea y busque la Guía musical, ya que no siempre es el director quien la llevará, puede recaer también en cualquier músico de la orquesta. Más de alguna sorpresa se llevará.